Noticias| 21/11/2025 |19:33 | Actualizada
21/11/2025 19:33
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Marisa Zannie
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Claudia Lizaldi es una reconocida actriz, conductora, escritora y empresaria mexicana con una extensa trayectoria en televisión y teatro. Además de su trabajo en medios, se ha destacado por su camino de crecimiento espiritual y su faceta como autora de libros de conciencia y desarrollo personal.

Ha sido una figura mediática y activista en temas de maternidad consciente y el valor de la vida espiritual.

Tuvimos en Revista Clase y VIP una larga y franca charla con ella, en las que con compartió muchos aspectos de su trayectoria y de su vida.

Platícanos, desde tus inicios en Once TV hasta hoy, ¿qué momento consideras que ha sido el punto de inflexión en tu carrera?

Muchos. Literalmente entrar al Canal Once fue un punto de inflexión en mi vida porque hubo un cambio.

Yo empecé a modelar desde los diez años y luego, apenas a los 17, puse una agencia de modelos. Hice una conducción para un concurso de modelos y, cuando estaban buscando gente para un casting en La Cachi Cachi Porra de Canal Once, me proponen y me quedo. Allí empieza mi carrera, y allí empieza otra historia para mí.

Luego me buscan de Televisa y TV Azteca, me inclino por Televisa y con Carmen Armendáriz, empiezo una carrera. Era otra historia, lo que se esperaba de una mujer era que fuera guapa y ya.

Yo buscaba crecer personalmente, emocionalmente, espiritualmente, y al mismo tiempo dar la talla de la guapa.

Trabajé con mucho esfuerzo para que lo que se apreciara fuera mi persona. Después tuve la oportunidad de trabajar para Canal 22, Univisión, Telemundo y con TV Azteca en programas como Grandes Chicos y, más recientemente, tres temporadas de MasterChef. Ha sido un camino largo, pero de muchísimo crecimiento.

Tienes un camino espiritual muy trabajado. ¿Hubo algún evento o persona que te impulsó a iniciar este viaje interior?

Como evento, diría el nacimiento de la vida misma, y como ser, Dios. Siempre he tenido una relación muy fuerte con él. A los cinco años me decidí a ser feliz, como una resolución muy temprana.

Estuve muy cerca de la iglesia, incluso le dije a mi mamá que quería ser monja, a lo que ella me dijo: "Ay, por Dios, Claudia, ni has besado a nadie, tú qué sabes".

Tenía razón. A los 14 años, en la iglesia, encontré una perla en el piso y se me hizo una respuesta de Dios. Fui con el padre para que me la bendijera, y él me regañó porque "no adoramos objetos".

En ese momento, sentí que me gradué de la iglesia como tal, pero no de la vida espiritual. Empecé a buscar otros caminos y a los 17 años empecé la meditación y la yoga.

Yo creo que orar es buscar a Dios de aquí para allá y meditar es abrir el espacio para que venga de allá para acá y te pueda hablar.

Has escrito varios libros sobre temas emocionales y de conciencia. ¿Qué te llevó a empezar a escribir y qué te motiva a seguir haciéndolo?

El primer libro fue un impulso total de mi maestro, Miguel Ruiz, autor de Los Cuatro Acuerdos. Él me dijo que íbamos a hacer un libro para jóvenes porque tenía 26 años. Ese libro es La Decisión: Es Tu Vida Tú Eliges, donde integro Los Cuatro Acuerdos al mundo de los jóvenes, hablando de temas como antros, problemas alimenticios y sexo.

El segundo libro, Puro Corazón, fue una coautoría con Eamonn Kneeland (el papá de mis hijos). Yo venía de una realción que me dejó con el corazón roto, y le comenté a Miguel Ruiz que estaba viendo corazónes por todas partes, él me dijo que eso quería decir que el amor siempre está ahí y me animó a hacer fotos de los corazones que veía.

Cuando conocí a Eamonn, me animó a convertir las fotos en un libro, me ayudó a escribir los textos y se lo dedicamos a nuestro primer hijo, Iam, pues ya estaba embarazada cuando lo hicimos.

El tercer libro, Un Abrazo Para Mamá, me lo pide Random House cuando tuve a mi hijo en casa con partera y con lactancia prolongada.

Fue una revolución en su momento y me encantaría reeditarlo, pues se nos olvida la importancia de parir y de criar en conciencia.

Eres mamá de dos niños. ¿Cómo ha evolucionado tu relación con ellos a medida que han ido creciendo y cómo te has transformado tú como mamá y como mujer con ellos?

Iam y Elah han sido mis más grandes maestros en esta vida. Definitivamente, te sacan del mundo del yo para meterte de lleno al mundo de nosotros.

Con Iam, mi maternidad vino muy impulsada por lo que su alma necesitaba: nacer en casa. La decisión de tener parto en casa fue un punto de inflexión. No se hablaba de parteras en 2009.

Mi hija Elah nació de pies, en un parto conocido como orgásmico, sin dolor y de mucha gracia, yo estaba muerta de risa. Lo viví completamente autónoma y dueña de la situación.

Hoy, la relación increíble que tengo con mis hijos es porque hablamos desde el amor y la verdad. Ellos saben que su mamá no es perfecta y ven con una sonrisa que soy un poco "loca".

Eamonn y yo los criamos en conciencia y con verdad. Si no hablas con la verdad, los niños en su mente completan las cosas, y no siempre las completan bien, por eso muchos adultos estamos rotos.

Tu vida amorosa ha sido discreta, pero pública en ciertos momentos puntuales. ¿Qué has aprendido sobre el amor propio y sobre el amor de pareja?

Aprendí muchísimo del amor propio en mi divorcio del papá de mis hijos. Fue ajeno a mí que fuera tan público, y fue muy doloroso, pero también una lección enorme. Como dice Rumi, la herida es el lugar por donde entra la luz. Yo creía que lo tenía todo: la casa, el jardín, el esposo, los hijos... pero al romperse esa foto, fue muy doloroso.

Aprendí que mi amor propio era tan grande que me hizo ciega a lo malo que estaba pasando en la relación. Y aprendí que, cuando eso termina, el amor propio te saca de ahí rápido, junto con el trabajo, que me ha salvado la vida.

Un divorcio es dolorosísimo, te atraviesa un rayo en diez, y si es público, estás mucho más expuesta.

Hoy me encanta que nos separamos porque estamos ambos mucho mejor. Hoy mis hijos dicen: "Tenemos una familia enorme, más tíos, más primos, más de todo", y me parece precioso.

¿Cómo es tu situación actual con tu pareja, Pedro Moctezuma?

Estamos intentándolo. Ha sido complicado, sobre todo con nuestro negocio de Zen Experience y porque somos dos alfa en una relación. Yo me convertí en una mujer alfa, para bien y para mal, y él es mega alfa.

No es fácil, y aun así, lo estamos intentando porque hay mucho amor, mucho crecimiento en medio y muchísimas ganas de que suceda.

Pedro, hoy en mi vida, aporta muchísimo amor a mis hijos. Ellos dicen, "pues inténtenlo, aquí estamos apoyándoles y aprendiendo de eso". Mis hijos son seres inteligentísimos que ven más que nosotros.

Y si la gente me juzga y me lo tomo personal, después de haber tenido un maestro como Miguel Ruiz, sería una pena. Cuando tienes amor propio, los juicios no te lastiman.

Hay un tema que salió a la luz pública hace tiempo, el de un supuesto fraude inmobiliario en Mérida. ¿Qué nos puedes decir de eso?

Mira, he aprendido que conoces a los socios cuando terminas los negocios, o a la gente que trabajó contigo cuando la relación laboral termina. Ahí ves realmente quiénes son.

Yo me he salido de negocios que, aunque me deban dinero y nunca me hayan pagado lo que invertí, lo veo a la distancia y digo, "Qué bueno". Veo a la gente, y la distancia te permite verlos bien. Prefiero haber perdido un millón y cacho, que tener a esa gente en mi vida.

La impulsividad no siempre es mala, sobre todo cuando tienes tu universo espiritual despierto. Esos que parecen impulsos, yo creo que son llamadas de atención del universo que te dicen, "Muévete". Porque, aunque pierdas dinero, el dinero llega de otra forma y por otro lado. Cuando eres una persona abundante, te lo quitan de aquí pero te lo regresan acá. Siempre estás fluyendo en abundancia.

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