The Bright Side| 04/02/2016 |11:42 |The Bright Side | Actualizada
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Uno de los temas de conversación más frecuentes que he escuchado en las últimas semanas es acerca del nuevo reglamento de tránsito de la Ciudad de México. Evitaré abordar la manera en la que fue impuesto y me reservaré mi opinión al respecto en este espacio.

Lo cierto es que ya está vigente y hemos de acatar lo que ahí se indica. Si usamos nuestro sentido común podremos darnos cuenta que no todo está mal. Incluso hay algunos puntos que me sorprende que no hayamos podido seguir por las buenas.

Creo que la manera de manejar en las calles, habla mucho de nuestra personalidad, es un reflejo de quiénes somos y de nuestra idiosincrasia. Pensamos primero en nosotros, luego en nosotros y al final también en nosotros.

Aventarse para pasar primero cuando otro coche marca una direccional, dar vuelta incluso en tercera fila sin importar si bloqueas la calle entera: tú pasas porque pasas. Acelerar al máximo volándose los topes para frenarte en la siguiente esquina… ¿Qué dice esto de ti? ¿Eres así en tu vida? ¿Te importan muy poco los demás y sólo piensas en tu propio beneficio?

Aspectos como dejar libres los pasos peatonales, que todos los pasajeros usen  el cinturón de seguridad, evitar distractores para concentrarnos en lo que estamos haciendo en ese momento, me suenan obvios y básicos. Estamos en lo que estamos: conduciendo. Lo demás puede esperar y si es urgente, nos estacionamos. ¿Por qué solamente movidos por el miedo a ser infraccionados hacemos las cosas bien? ¿Por qué nos tienen que castigar para que aprendamos a ser civilizados? Al parecer no sirvieron de mucho todas las campañas acerca de dejar de usar el celular mientras manejas o conducir sin alcohol. Y los letreros en las calles fueron meros adornos que ignoramos. ¿Es una multa altísima nuestra única manera de reaccionar?

Ahora estamos en un momento en que o seguimos furiosos o aprovechamos la situación para pensar más en el otro: peatón, ciclista, motociclista, chofer. Yo misma me he sorprendido de los resultados positivos en mí y en mi alrededor.

Todavía nos falta, pero como me dijo con entusiasmo un oficial de tránsito el otro día: “Sí lo vamos a lograr”. Démosle y démonos el voto de confianza de que poco a poco integraremos estas normas cívicas por convicción, teniendo como resultado una mejor manera de movernos en nuestra sociedad.