Noticias| 12/07/2023 |08:41 |EFE | Actualizada
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Jatziri Sánchez
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Milan Kundera, cuyo fallecimiento anunció este miércoles la televisión de su país, vivió cerca de medio siglo en Francia donde encontró la libertad y la tranquilidad. Asfixiado por el hermetismo y la censura del régimen comunista de la antigua Checoslovaquia, Kundera se exilió en Francia en 1975 tras haber sido represaliado (expulsión del Partido Comunista, pérdida de empleo y retirada de sus libros) por sus posiciones críticas, sobre todo tras la primavera de Praga de 1968.

Primero, Kundera residió en la ciudad bretona de Rennes, donde trabajó durante 4 años como profesor de Literatura en la universidad, antes de pasar a la escuela Superior de Ciencias Sociales de París.

Luego, recibió la nacionalidad francesa en 1981, ya con el socialista François Miterrand como presidente, después de que las autoridades de Praga le quitaran la checoslovaca en 1979, aunque recuperó la checa en 2019.

El escritor checo Milan Kundera en una foto de archivo tomada en mayo de 1968 / AP
El escritor checo Milan Kundera en una foto de archivo tomada en mayo de 1968 / AP

En París también comenzó su colaboración con Andrew Wylie, el agente literario que trabaja con las obras de muchos de los grandes autores de renombre mundial vivos o fallecidos (como José Saramago, Salman Rushdie, Arthur Miller o Kenzaburo Oe) y que le ayudó a llegar a la cima de la literatura internacional.

Milan Kundera y su esposa Vera Hrabankova posan en Praga en una foto de octubre 14 de 1973 / AFP
Milan Kundera y su esposa Vera Hrabankova posan en Praga en una foto de octubre 14 de 1973 / AFP

En París, Milan Kundera continuó trabajando en su lengua natal y en 1984 publicó su obra más conocida a nivel mundial: "La insoportable levedad del ser", que lo catapultó al olimpo literario internacional.

Después del éxito global de ese libro, dedicó varios a años a reescribir al francés sus primeras novelas en checo, sobre todo "La broma".

Esta obra de 1968 había sido traducida inicialmente por Marcel Aymonin, antiguo agregado cultural francés en Checoslovaquia y su traducción dejaba mucho que desear en cuanto a su calidad, además de que había sospechas de que su militancia comunista había impregnado su trabajo.

Milan Kundera, Regis Debray y Gabriel García Márquez / Archivo El Universal
Milan Kundera, Regis Debray y Gabriel García Márquez / Archivo El Universal

Milan Kundera comenzó a escribir una serie de novelas breves en francés, que comenzó con "La Lenteur" (1995) y continuó con "L'Identité" (1998) o "L'Ignorance" (publicada en español en 2000 antes que en francés en 2003) o "La Fête de l'insignifiance" (en italiano en 2013). También escribió en francés seis ensayos, entre 1986 y 2009.

Vista del exterior de la última casa de Milan Kundera en París, Francia / EFE
Vista del exterior de la última casa de Milan Kundera en París, Francia / EFE

Las novelas y cuatro de los ensayos fueron publicados por Gallimard, la gran editorial francesa que ya había publicado en este país sus trabajos en checo escritos antes y después de su exilio.

Su consagración final en Francia llegó en 2011 con la publicación de su obra en la Biblioteca de la Pléyade, una colección de Gallimard que ofrece ediciones de referencia tanto por el análisis de expertos como por el lujo de su elaboración (cuero e hilo de oro).

Milan Kundera fue uno de los pocos autores vivos en ver publicada su obra por La Pléyade, aunque según recuerda Le Monde el autor solo validó para ese evento editorial once novelas, una obra de teatro y cuatro ensayos.

En 2001 obtuvo el Gran Premio de Literatura de la Academia Francesa por el conjunto de su obra. La prensa francesa recuerda que Milan Kundera, muy celoso de su intimidad, no concedía entrevistas personales desde 1985, aunque sí respondía a cuestionarios por escrito.

Milan Kundera en una foto del 2010 / AFP
Milan Kundera en una foto del 2010 / AFP

Hasta el final, vivió en el centro de París junto con su esposa, Vera.

"Milan Kundera había elegido Francia para nunca dejar de ser libre", señaló en Twitter la ministra francesa de Cultura, Rima Abdul Malak, quien recordó que el autor ayudaba a sus lectores "a encontrar un camino en el absurdo del mundo".

Descanse en paz.

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