El trabajo de María del Pilar Servitje parece incansable. Desde muy joven, todavía como estudiante, se incorporó como enfermera voluntaria de la Cruz Roja; en 1968 atendió a estudiantes heridos por los sucesos de Tlatelolco; en 1984 asistió a las personas afectadas por las explosiones en San Juan Ixhuatepec, y para 1985 a los cientos de víctimas del terremoto que sacudió a la Ciudad de México. Pero eso no fue todo, la hija del empresario Lorenzo Servitje también fue miembro y vicepresidenta del Consejo Nacional de Directores Cruz Roja, consejera y luego presidenta de la Delegación Distrito Federal de la benemérita institución.