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Detrás de Grupo Salinas hay una historia que se remonta a más de un siglo. Todo comenzó en Monterrey, cuando Jesús María Salinas, tatarabuelo de Ricardo, notó que su hijo Benjamín Salinas Westrup tenía más talento para vender que para trabajar en la fábrica familiar de colchones y caronas para ensillar. Lo animó a salir a buscar su destino, y ese consejo marcó el inicio de una dinastía empresarial mexicana.
Benjamín comenzó a trabajar con Jesús Montemayor, uno de los empresarios más relevantes del estado, pero luego de rechazar una asociación con él, fundó en cambio una mueblería junto con su cuñado Joel Rocha Barocio. Así nació Salinas & Rocha en los años 20, un negocio revolucionario para su época al ofrecer ventas con abonos semanales.
Desde entonces, esa chispa emprendedora ha pasado de generación en generación: de Benjamín a Hugo Salinas Rocha, de ahí a Hugo Salinas Price y, desde 1987, a Ricardo Salinas Pliego, quien no sólo asumió el mando, sino que transformó el modelo de negocio tradicional en un grupo empresarial moderno con más de 15 compañías en áreas como medios, telecomunicaciones, finanzas y comercio especializado.

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Ricardo, el mayor de cinco hermanos, nació el 19 de octubre de 1955, hijo del empresario Hugo Salinas Price y de Esther Pliego de Salinas. Desde pequeño mostró interés por emprender: a los 10 años ya vendía miel junto a sus hermanos. Colocaban cajas con abejas en el techo de su casa, recolectaban la miel, la envasaban y la vendían en frascos etiquetados puerta por puerta.
Su primer empleo formal fue en una fábrica de colchones, “Camas Lamas” cargando productos entre almacenes y camiones. Luego trabajó en el área de auditoría de Sanborns. Así fue aprendiendo, paso a paso, lo que significa tener los pies en la tierra.

Se graduó como contador público en el Tec de Monterrey y en 1987 asumió la presidencia de Grupo Elektra, desde donde empezó a escalar hacia nuevos modelos de negocio, con la creación de TV Azteca, Azteca Music, Banco Azteca, Totalplay y Fundación Azteca.
Su visión empresarial ha sido acompañada por un fuerte compromiso social.
Ricardo Salinas Pliego, un niño marcado por el bullying
Una mala experiencia con un profesor en la escuela, lo marcó profundamente. A sus tres hijos mayores, Benjamin, Ninfa y Hugo , fruto de su primer matrimonio con Ninfa Salinas, los envió a colegios tradicionales pero con los tres más pequeños que tuvo con su segunda esposa, María Laura, decidió hacer las cosas diferentes.

Es un crítico abierto de los modelos educativos tradicionales y, por ello, participó en la creación de una escuela privada en el poniente de la Ciudad de México: Humanitree, un centro educativo distinto, donde las aulas tienen un máximo de 10 alumnos, la tecnología es central (iPads, pizarras digitales) y los alumnos crecen con programas intensivos de ecología y pensamiento crítico.
Cuentan quienes conocen el proyecto que se involucró personalmente porque no quería que sus tres hijos pequeños vivieran una experiencia escolar rígida o impersonal, como la que él vivió. Su objetivo era que crecieran libres, conectados con el mundo real y conscientes de los desafíos que vienen.
Es un hombre cercano a sus hijos, involucrado en sus vidas y conversaciones, alguien que equilibra con naturalidad la firmeza del empresario con la calidez del padre. Se cuida, hace ejercicio, juega golf y disfruta viajar. Para él, conocer gente y lugares sigue siendo la mejor escuela de todas.

En los últimos años, ha vivido también los vaivenes del mercado. Según Bloomberg, su fortuna cayó casi 49 %, lo que lo llevó del puesto 113 al 206 en la lista global de millonarios.
Aun así, su patrimonio estimado supera los 4.9 mil millones de dólares, lo que lo convierte en el quinto hombre más rico de México. Pero quienes lo conocen saben que no es alguien que se quede quieto: más que preocuparse por los rankings, ya está imaginando el próximo gran paso.
El famoso tío Richie
En los últimos años Ricardo Salinas Pliego ha dejado de ser sólo un empresario para convertirse en una figura política no oficial, pero influyente. No tiene un sólo cargo público, pero domina el debate nacional como pocos.
Desde sus redes sociales lanza críticas al gobierno, especialmente por el adeudo fiscal de 74 mil millones de pesos que le reclama el SAT. Para él es extorsión, el gobierno sigue con la mano extendida esperando a que pague, quizá sea mejor que se siente.

Sus tuits son dardos con veneno que día tras día incomodan. Irreverente y sin filtros, no perdona. Un día lanza pullas, al otro se burla… y siempre con el gobierno en la mira.
El pasado 15 de septiembre hasta se aventó su propio Grito de Independencia versión “Old Money”: elegante, provocador y viral. Mientras tanto, en Palacio Nacional tragaban saliva viendo cómo el empresario robaba pantalla y likes.
En redes lo celebran porque dice lo que muchos piensan pero no se atreven a tuitear.
El hartazgo nacional encontró en Salinas Pliego una voz con agallas. Porque en este país hay varios tipos de empresarios: los que trabajan por utilidades pero no meten las manos; los que el amor por México les dura lo que un contrato millonario, y está él, Ricardo, que va de frente. En tiempos de represión, ser libre es un acto heroico.

Muchos ya lo ven como el próximo presidente de México. De un tuit a las urnas sólo hay un paso… y el pueblo ya se encomienda con escapulario en mano. ¡Hasta rimó!
Hoy Ricardo cumple 70 años y lo hace con la misma energía de aquel niño que vendía miel, pero con la experiencia de quien ha navegado por décadas en las aguas del poder, la innovación y la transformación empresarial. Para él, cumplir años no es envejecer, es evolucionar. Y eso, es lo que lo mantiene verdaderamente joven.
¡Feliz cumpleaños al tío Richie!
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