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Roberto Gómez Bolaños. Un nombre que, sin importar la edad que tengas, seguramente conoces e identificas. Uno de los comediantes mexicanos más reconocidos a nivel internacional, cuyo legado ha marcado generaciones y cuyos personajes forman parte de la memoria de millones de personas.
Aunque sus programas han logrado mantenerse vigentes con el paso del tiempo, ahora, una década después de su fallecimiento, su vida y trayectoria serán contadas desde una nueva perspectiva en una serie que desde hace meses ha dado mucho de qué hablar.
“Chespirito: Sin querer queriendo" es el nombre de la serie biográfica que recorrerá los años en los que Roberto Gómez Bolaños forjó su éxito en la televisión mexicana, dando vida a personajes como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado. Para esta importante tarea, el encargado de interpretarlo es el actor mexicano Pablo Cruz Guerrero, quien asume el reto con entrega, respeto y emoción.
Por supuesto, dicha oportunidad no llegó fácil. Pablo enfrentó un exigente proceso de casting: una audición remota y seis presenciales antes de recibir la llamada que marcaría un antes y un después en su carrera.
“Grité de emoción”, recuerda Pablo en entrevista con VIP de El Universal y Revista Clase, rememorando un momento que, incluso a la distancia, sigue siendo entrañable y profundamente significativo.
La serie, producida con la participación directa de los hijos de Roberto Gómez Bolaños, ofrecerá una mirada distinta a lo que ya creemos conocer del comediante.
“Verán una historia que normalmente no es lo que la gente sabe de Roberto y de este grupo de comediantes, que para mí son un grupo de inadaptados virtuosos”, explica. “Sabemos mucho sobre el contenido de Chespirito, las bromas, las frases, pero no sabemos lo que estaba pasando detrás de cámaras”.
Con una trayectoria de casi dos décadas en teatro, cine y televisión, Pablo Cruz Guerrero ha navegado por distintas historias y personajes, sin embargo, dar vida a Roberto Gómez Bolaños representó uno de los mayores retos y satisfacciones de su vida.
“Cuando me vi caracterizado por primera vez fue muy impactante”, recuerda. “Al mirarme en el espejo, hubo algo que me conectó con Roberto. Sentí que había algo suyo en mí”.
Durante los meses de rodaje, Pablo desarrolló distintas herramientas para entrar y salir del personaje. Hubo días exigentes y momentos difíciles, pero también espacio para el aprendizaje y la conexión emocional.
Al preguntarle qué fue lo más retador del papel, Pablo responde entre risas: “Pretender que jugaba bien futbol”, confiesa, “También era pesado tener que rasurarme todos los días, pararme a las cuatro de la mañana… Mi día estaba lleno de trucos. Había momentos de mucha respiración, de hablar con mi esposa… Todo eso me ayudaba a soltar el personaje al final del día y regresar a mí”.
Con el proyecto recientemente estrenado, Pablo se muestra sereno y agradecido. Más allá de cualquier crítica o expectativa, lo que más valora es el reconocimiento de quienes mejor conocieron a Chespirito. “Para mí, que la familia lo haya sentido en algún momento, ya sea en una escena o en el foro, es la mejor de las satisfacciones. Eso es lo que hoy me tiene tranquilo”.
Sobre su último día de grabación, Pablo comparte una de las experiencias más emotivas del rodaje: “Abracé a Roberto y a Paulina. Les dije lo mucho que los quería. Acumulé un cariño por ellos como familia, algo atípico para el poco tiempo que nos conocíamos. Pero las circunstancias permitieron que nos acercáramos, que compartiéramos momentos de vulnerabilidad. Les dije que a mí ya no me importaba cómo le fuera a la serie. Lo que acabo de vivir no tiene manera de superarse. Fue uno de los mejores regalos de mi vida”.
“Me siento satisfecho. Es un gran regalo de la vida. Estoy emocionado, pero muy tranquilo. Ya no soy responsable de lo que la gente vaya a pensar. Lo que quiero dejar claro es que cientos de personas nos juntamos para hacer un homenaje a Roberto Gómez Bolaños, un ícono que tanto queremos”.
Y, finalmente, si Pablo pudiera hablar hoy con Chespirito, solo tendría unas palabras para decirle: “Gracias. Gracias por presentarte a través de mí. Me gustaría saber qué era lo que más te hacía reír. Pero, sobre todo, gracias por este viaje”.
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