The Bright Side| 18/01/2017 |20:31 |The Bright Side | Actualizada
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“No debemos olvidar que la experiencia espiritual es sobre todo una experiencia práctica de amor”, Paulo Coehlo

Creo que en muchas ocasiones existe una confusión respecto a la espiritualidad y la religión. La mayoría de éstas dan una serie de reglas para que sus miembros se mantengan dentro de los lineamientos establecidos. Sin embargo, muchas personas hemos sentido que seguir reglas a rajatabla nos deja un vacío y decidimos iniciar una búsqueda. Las reglas nos dan seguridad. Sabemos que al practicarlas tendremos sentido de pertenencia. Pero ¿qué pasa cuando sientes que falta algo? Desde que era adolescente comprendí que no hay autoridad mayor a nuestra propia conciencia. Al principio suena muy interesante, porque nos da una sensación de libertad, pero esto es mucho más profundo ya que no hay manera de ignorarlo ni de echarle la culpa a alguien si te equivocas. Eres tú mismo el responsable y eso se entiende con cierta madurez. Ahora, no significa que por ser una persona religiosa, no seas espiritual. Hay personas que encuentran en su religión ese contacto consigo mismos y con la divinidad. Sin embargo, no siempre es así. Se puede ser muy religioso y no espiritual y ser una persona espiritual sin pertenecer a ninguna religión. Lo que entiendo como espiritualidad es alguien que tiene un sentido de trascendencia sin necesidad de irse a una montaña a meditar.

Todos tenemos la capacidad de ser espirituales desde el lugar en el que nos encontremos. Cuando buscamos momentos de quietud para escucharnos, centrarnos y contactamos con nuestra parte divina. Otro aspecto de la espiritualidad es la proactividad, es decir, tomar acciones positivas que nos alejen de nuestro propio ego y nos permitan ver a quienes nos rodean. Y aquí es la parte complicada. Dar y compartir no son lo mismo. Compartir tiene que ver con las necesidades del otro, más allá de las nuestras. Muchas veces tú quieres dar tiempo a alguien y lo que la otra persona necesita es que le des espacio y esto cuesta trabajo. En esta época está de moda mandar luz y bendiciones a todo el mundo. Pero creo que hacerlo desde la comodidad de tu teléfono o computadora, no es el camino y es insuficiente. En momentos como los que estamos viviendo en México, podemos crear un cambio positivo uniéndonos en oración, sin embargo, requerimos hacer algo más, ver por el de junto, salirnos de nuestra zona de confort y realmente ser proactivos y ser congruentes con nuestra propia conciencia. Te invito a que te des unos momentos para analizar de qué manera está en tus manos ayudar, qué puedes evitar y qué sí puedes hacer. Muchas acciones individuales al sumarse se convierten en un cambio masivo, para bien o para mal. ¿Qué es lo que vas a apoyar con pensamientos, creencias y hechos?