The Bright Side| 27/10/2016 |17:43 |The Bright Side | Actualizada
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Nuestras heridas son creadas por experiencias que vivimos en la infancia. Lisie Borbeau menciona cinco heridas primarias: herida de rechazo, de abandono, de humillación, de traición y de injusticia. Habremos sufrido algunas o todas; sin embargo, hay una que prevalece por encima de las demás. Estas cicatrices se abren cada vez que se presenta una situación que hace evidente cuál es tu dolor primario.

Por ejemplo: Una persona que sufrió abandono por sus padres, podría estar repitiendo el patrón, ya sea siendo abandonado por sus parejas o amigos o siendo él/ella mism@ quien los deja para evitar el dolor de sentirse desamparado. O por el contrario, hacer consciente que el abandono es uno de sus retos y dedicarse a rescatar a perros maltratados e incluso laborar en una fundación que apoye este objetivo.

Y no solamente se trata de reconocerlas, sino de hacer algo con ellas. Puedes estar yendo por años a una terapia a llorar porque fuiste rechazad@ y seguir lastimándote. Esto solamente hace que te sientas peor, que te des lástima y la herida se hace más profunda y dolorosa, como si le echaras limón.

Otra forma de evadir las heridas es vinculándote con personas que en vez de ayudarte a crecer, te lamen la herida para que aparentemente no te duela; sin embargo, cada vez se hace más grande.

Las relaciones interpersonales y sobre todo las íntimas, te presentan la mejor oportunidad de curarte. Ya que te pueden mostrar exactamente cuáles son las áreas de tu vida en las que tienes que trabajar para ser mejor persona.

Contrario a lo que creemos, quienes representan un reto y “detonan” nuestros botones, son los que nos pueden ayudar a transformarnos. De hecho, la mejor manera de crecimiento la tenemos a través de la socialización, ya que de lo contrario, si no ves a nadie, seguramente puedes creer que estás mejor, pero no es así, ya que no estás dando los pasos para crecer y transformarte en un mejor ser humano.

Sí, pudiste haber vivido situaciones muy tristes en tu infancia, pero éstas no determinan quién eres. Tu grandeza la experimentas cuando eres capaz de hacer algo con aquello que te sucedió, cuando te das cuenta que eres más que tus heridas.