The Bright Side| 19/05/2016 |15:17 |The Bright Side | Actualizada
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Es interesante reflexionar acerca de la acción de ceder. ¿Cuántos pleitos podríamos haber evitado si tan sólo hubiéramos bajado la guardia por un momento? Y esto aplica en todas las áreas de nuestra vida.

Probablemente se debe a que nuestro ego nos hace creer que debemos tener la razón a toda costa, ser los primeros, los más importantes y sobre todo nos confunde creyendo que si cedemos, perdemos el control.

Y es todo lo contrario, el ceder es un acto de voluntad y desde el momento en que elegimos hacerlo estamos ejerciendo nuestro libre albedrío, por lo tanto, más que debilitarnos, nos da fuerza y nos mantiene en nuestro centro. Al ceder nos empoderamos.

Creo que en gran parte el desconcierto en el que vivimos es por esta falsa creencia de que lo importante es “ganar” en todo. Al coche que viene junto a nosotros, al compañero de trabajo, a nuestra pareja y si el otro está en la misma actitud, acabamos en una lucha de poder interminable porque nadie da su brazo a torcer. Y ceder en cosas triviales es mucho más fácil de lo que creemos. Pero es un hábito que hay que practicar, un arte que merece ser aprendido todos los días.

Es como traer un cinturón. Cada vez que nos empeñamos en hacer lo que nos da la gana, lo apretamos más y más y nos sentimos tan rígidos que no podemos respirar. Si tomamos en cuenta al otro y abandonamos nuestros deseos egoístas, lo aflojamos y esto nos hará sentirnos cómodos y en libertad.

Es imposible ganar todas las batallas, por eso hay que escoger aquellas en las que está en juego el ser fiel a uno mismo. Creo que en esas, es fundamental ser firmes y tratar de expresarnos desde nuestro corazón. Y en otras soltar ese control que nos hace rompernos en pedazos.

Te invito a practicar este arte, por una semana, por un mes, hasta que se convierta en una manera de ser y de estar en el mundo. Si cada uno hacemos lo que nos toca, nos sentiremos en paz y contribuiremos al bienestar común de nuestro entorno y del mundo.