The Bright Side| 24/09/2015 |09:53 |The Bright Side | Actualizada
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¿Recuerdas haber sido víctima de alguien o de alguna situación o por el contrario, te sientes en deuda con alguien a quien hiciste daño? A veces somos los “malos” y otras los “buenos” de la película y en una misma situación podemos movernos de uno a otro, como en un círculo. Bert Hellinger, psicoterapeuta que desarrolló las Constelaciones Familiares habla de tres tipos de culpa: Culpa real: Cuando te sientes mal por un daño que evidentemente le hiciste a otro. Ejemplo: Chocas el coche a alguien por venir distraído e inmediatamente asumes la responsabilidad y compensas la falta. Culpa sistémica: Es cuando nos sentimos mal con nuestro sistema (ya sea familiar o de otro grupo al que pertenecemos) por tomar una decisión que implica un crecimiento personal. Ejemplo: La sensación de un hijo que deja a sus padres para independizarse. Culpa neurótica: Cuando hay un malestar por haber hecho algo y tienes pensamientos obsesivos al respecto. Ejemplo: En cada discusión con tu pareja crees que todo recae sobre ti. Siempre hay distintas historias en una relación. Probablemente sí es cierto que alguien abusó de ti sin que tú hicieras nada por provocarlo... pero también fuiste tú quien pudiste haber abusado de otro sin miramientos. Si tu caso es que no tuviste nada que ver en el asunto, ponerte en el papel de víctima, detiene tu crecimiento personal y espiritual. Aquí interviene el libre albedrío, que te va a ayudar a salir de esto. Cuando estás en una situación de víctima o de culpabilidad, tomar responsabilidad es lo más sensato que puedes hacer.

Si ya analizaste todas las perspectivas de un evento y efectivamente no tienes nada que ver con este hecho, tu responsabilidad sería ver cómo algo así puede impulsarte a ser una mejor persona. Aprender de una circunstancia desagradable, te hará sentir más pleno y feliz. Si por el contrario, te sientes mal por haber causado tú el daño a alguien, responsabilízate por lo que hiciste y de ser posible, búscala para ofrecer una disculpa y reparar el daño. El simple hecho de hacerte consciente es un gran paso. Lo más sano es que reconozcas tu participación y que le devuelvas al otro su parte. Así la situación recupera el equilibrio. Si no puedes asumir tu responsabilidad con la persona involucrada personalmente la puedes visualizar. Lo importante es que hagas este reconocimiento. Todas estas son cualidades que debemos desarrollar y practicar con el tiempo. Tomar responsabilidad te hace libre.