Gente con clase| 08/03/2017 |17:57 |Ana Victoria García | Actualizada
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Hace cinco años que comencé con mi empresa Victoria147, donde nuestra labor es empoderar a las mujeres emprendedoras y ejecutivas para que lleguen a su máximo potencial profesional. Desde entonces establecimos una misión: “redefinir el concepto de la mujer actual”. ¿Por qué redefinir? Porque creemos que tirando paradigmas y estereotipos sobre la mujer y consecuentemente sobre el hombre, es como podemos transformarnos y ser en libertad, tanto hombres como mujeres, pues ambos hemos estado atados al “deber ser”. Las mujeres somos muchas y muy diversas, nuestras pasiones, intereses, necesidades y aflicciones son tantas como mujeres habemos en el mundo. La redefinición está en constante cambio y transformación, pero creemos que es ésta apertura al cambio, a la redefinición, lo que nos da posibilidad de crecer.

Hoy el rol de la mujer, me parece que está en buscar ese cambio constante, en no dejarse definir y en buscar sobre todo la libertad de ser en todas sus circunstancias. Para lograr esa libertad se requiere la búsqueda de la equidad, que la estructura del mundo ofrezca igualdad de oportunidades a mujeres y hombres, algo que hoy no existe y que nos obliga a alzar la voz más fuerte, a unirnos y apoyarnos unas a otras, unos a otros. La equidad la entiendo para ambos, mujeres y hombres. Es el momento de reescribir las reglas como las conocemos e invitar a ambos géneros a liberarse de sus estereotipos, de sus tareas asignadas y poder ser libres y plenos. La equidad llegará en el momento en que tanto hombres como mujeres se desarrollen profesional y personalmente, que puedan repartir las tareas familiares y profesionales de la misma forma y con la misma magnitud sin cargar de un lado más peso que del otro; a eso le llamo equidad y vida en balance.

Por eso, nuestra labor se ha enfocado en aplicar acciones que empoderan a la mujer para crecer de forma libre e integral. Como primer paso en el empoderamiento de las mujeres, está el retar sus propios límites, esas barreras mentales que nosotras solas nos formamos; “haré un negocio chiquito que me dé para vivir”, “trabajo para mis chicles” o “me voy a quedar en el escenario más conservador para no equivocarme”, esas son frases que escuchamos constantemente en las emprendedoras y ejecutivas y definitivamente queremos dejar de oírlas. Para mí lo más importante es enseñar a las mujeres con las que trabajo a pensar en grande, a que se sepan capaces de levantar emporios, de ser CEO's de cualquier empresa, a que sepan ver el escenario menos conservador, el más soñador y que no tengan miedo de ir por él porque les ofrecemos las herramientas de información, preparación, infraestructura y acompañamiento para logarlo. Las mismas decisiones difíciles y los mismos insomnios les va a costar hacer un negocio pequeño que uno grande. Y creo que ese mismo principio aplica para la vida en general.

Las mujeres tenemos que empezar a creérnosla para llegar a donde queremos llegar. Las madres, los padres, las escuelas, tienen que empezar a educar a las niñas sin esas barreras, sin miedos, más bien sabiéndose valientes, inteligentes, valiosas y capaces. Hoy existimos muchas mujeres que hemos crecido así, que tuvimos la suerte de tener menos barreras, pero generalmente somos mujeres privilegiadas y ahora nuestra labor es impulsar a otras hacia arriba. Creciendo, inspirando y ayudando a otras mujeres en circunstancias más difíciles.

Las mujeres de hoy tenemos la oportunidad y también la responsabilidad de cambiar las reglas del juego para poder hacer del mundo un lugar más equitativo. Es muy importante que exista un día como el 8 de marzo para recordarnos que no hemos llegado a la equidad, no se trata de pelear con los hombres ni con los corporativos, ni con las propias mujeres que no piensan así; se trata de proponer un mundo distinto, de promover mayores oportunidades para todos y una manera distinta de funcionar como sociedad, una más incluyente, humana y sobretodo con mayor balance para todos.