Gente con clase| 15/09/2016 |06:00 |Texto: Alejandra Arcos / Fotos: Héptor Arjona | Actualizada
06:00

Don Francisco Icaza Contreras vivió entregado a su Hacienda San José Buenavista el Grande hasta el último de sus días. Después, con amor, compromiso y entrega, su hija, Doña Norma Icaza de Bejarano, tesorera de la Asociación de Haciendas del Estado de México, se encargó de cuidar esta joya familiar. Cada rincón de este lugar tiene historia, pues fue construida en los últimos años del siglo XVI y ha sido conservada en perfecto estado hasta el día de hoy, gracias al trabajo e impulso de cada uno de sus célebres dueños.

EN PORTADA: La hacienda de Norma Icaza de Bejarano
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Desde 1997, Doña Norma Icaza de Bejarano se hace cargo de este conmemorativo lugar que está ubicado en la localidad de Temoaya, en el Estado de México. Con su característico buen humor y una amplia sonrisa, la esposa de Armando Bejarano, hijo del ex gobernador de Morelos -Armando León Bejarano Valadez- e ingeniero químico, nos mostró en exclusiva los tesoros que alberga su Hacienda, pues ésta ha sido testigo de la historia de México. Y aunque el lugar es identificado como un sitio clave de su localidad, el valor sentimental que posee supera cualquier valor económico. Así, visiblemente conmovida y acompañada por su hija Norma Bejarano y su nieto más pequeño, Bosco, la dueña de esta Hacienda platicó sobre su trabajo, compromiso y amor por cada uno de sus rincones.

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“El amor hacia este lugar lo heredé de mi papá, que era lo máximo. Su vida era su hacienda”, mencionó con la voz entrecortada. “Él tuvo otras haciendas en Michoacán, pero Buenavista era su casa. Mis hermanos y yo crecimos aquí, también aquí han crecido mis hijos y ahora mis nietos. Trato de conservar lo que mi papá dejó, esa unión es importante fomentarla y, además, si le puedo hacer algunas modificaciones a la Hacienda para tenerla en perfecto estado, ¡pues qué mejor!”, comentó.

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Cuando lamentablemente, el padre de Doña Norma no podía hacerse más cargo de la Hacienda, dejó en las manos de su hija este gran legado, el cual, ella adquirió con amor y que ahora es el centro de reunión de su familia, en donde viven sus mejores días: “Es mucha responsabilidad, mucho trabajo, pero lo asumimos, con el apoyo de mi familia y con muchas ganas lo hemos sacado adelante. Arreglas un lado, arreglas otro, se cae acá y allá, pero mientras Dios nos dé fuerza vamos a seguir levantando tabiques. Este lugar nos ha unido como familia, ya que es un trabajo muy grande cuidarla… ¡si no me ayudan, yo sola no puedo!”, mencionó entre risas.

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“Entre mi esposo, mis hijos, Norma y Pedro, y yo, tratamos de estar aquí en las comidas familiares, si hay bodas de amistades, casi siempre son aquí. Además, los bautizos de mis nietos han sido aquí, lo cual nos mantiene unidos. Eso ha sido hermoso porque para mí es muy importante ver a mis niños”, destacó.

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Conservarla en buen estado ha sido una labor ardua, sin embargo, la familia Icaza lo ha logrado triunfante: “Toda la casa es un tesoro para mí, pero en particular le tengo cariño especial a la capilla. Nosotros la restauramos, estaba maltratada por las lluvias y el viento que en esta localidad son muy fuertes. Con ayuda del maestro José Sol, quien también restauró Bellas Artes, quedó muy bonita, él nos fue guiando y el resultado ha sido increíble”, destacó.

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Norma ha contado con el especial apoyo de su esposo y, hasta el día de hoy, se mantienen firmes en su convicción de cuidar de este lugar: “Gracias a Dios, mi esposo me ha ayudado mucho en el cuidado de la Hacienda, económica y moralmente”.

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Desde hace cuatro años, Norma tuvo el privilegio de ser abuela y, desde entonces, decidió que esta herencia cultural llegaría a sus nietos de la mejor forma: “Mi primer nieto tiene cuatro años y se llama Pedro, después vino Victoria, que también la bautizamos aquí, y luego vino mi bebesito, Bosco, él tiene un año. Estoy muy agradecida con Dios por mi familia y mis niños. Todos ellos, como parte de una tradición o un ‘sello’ de la familia, usarán el traje de charro de mi papá, al menos para una foto. A Pedrito ya le tocó y eso también lo han hecho cada uno de mis hermanos y mis hijos. Para mí es muy importante porque es el traje de mi papá, es muy bonito, está bordado en plata y tiene sus iniciales”.

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Y es que Norma no podría dejar de buscar que sus nietos se divirtieran tanto como ella en la Hacienda. Con nostalgia y alegría, la propietaria rememoró los mejores días de su infancia en este lugar: “Durante toda mi niñez veníamos cada fin de semana. Viernes, sábado y domingo siempre estábamos aquí, veníamos a jugar con los hijos de los peones y aquí seguimos ellos y yo. Nos encantaba ir al pantano a brincar, nos llenábamos de lodo y nos juntábamos todos los niños y regresábamos enlodados, luego mi mamá no nos dejaba entrar y nos tocaba ‘manguerazo’ para limpiarnos. Después de eso ya podíamos pasar”, recuerda contenta.

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El amor por este lugar ha sido heredado de generación en generación, por eso, Norma Bejarano Icaza, su hija, destacó la importancia que la Hacienda tiene para ella, para su hermano y para los más pequeños:“ La Hacienda Buenavista para mí significa familia. Ver la entrega, dedicación y amor de mi mamá como guardiana de las tierras es indescriptible. Un espacio así tan solo se sostiene con su pasión. Mi recuerdo más vivo y presente de la Hacienda es mi abuelo Pancho. Recuerdo y percibo aún el olor del enorme salón donde pintaba, ahí pasaba horas. Ahora me ilusiona que mi hijo Bosco crezca cerca de la Hacienda y de la tradición familiar, que aprenda a respetar y honrar sus raíces desde pequeño y que también sus recuerdos estén llenos de amor”, mencionó.

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Un legado de época

Además de ser el testigo de risas, abrazos y hasta lágrimas, la Hacienda atesora algunos objetos de la época de la Revolución y de la historia de nuestro país: “Toda ella es un tesoro, tiene mucha historia. Aquí están las carrozas de Don Miguel Icaza, están sus sillas de montar, algunos trajes de charro de mi papá, está una vajilla que el ex presidente Don Porfirio Díaz le regaló a mi abuelo cuando se casó con la señora Doña Elvira de Teresa. Hay muchas cosas que se han ido juntando, muchas se han ido repartiendo al momento de dividir herencias y me ha tocado conservar algunas cosas importantes”, manifestó.

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Con el paso de los años, la Hacienda ha cobrado gran fuerza e importancia en la comunidad de Temoaya: “Aquí, el 19 de marzo que es el día del señor San José viene toda la gente. El festejo dura tres días, en el primero; todos entran con su imagen y le presentan al patrón de la comunidad algunas ofrendas. Hay cohetes, sahumerio y este año vinieron los danzantes chinelos, bailaron en el patio y seguimos tratando de conservar todas las tradiciones. El segundo día abrimos la capilla para que lleguen los mariachis y le canten Las Mañanitas, después todo el pueblo desayuna conmigo. Al tercer día se hace un baile y una feria”, explica la entrevistada.

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Con la finalidad de que la gente conozca más la Hacienda y que puedan disfrutar de su belleza e historia, la familia Icaza decidió rentarla para eventos sociales: “Este año tenemos planeado rentarla para eventos públicos, para que la gente pueda hacer aquí sus fiestas. Tenemos ocho habitaciones y el salón de fiestas, además, los jardines son ideales para cualquier celebración”, concluye orgullosa.

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LOS DUEÑOS

1582 Virrey Conde de la Coruña

1607 Hospital de San Hipólito de México

1681 Don Antonio Giraldo

1702 Don Bartolomé García Montero

1714 Hospital San Hipólito

1714 Convento de la Convención

1721 Don Juan Díaz Quijano

1742 Don José Cano Cortés

1757 Virrey Marqués de las Maravillas

1799 Felipe Teruel

1852 Doña Francisca del Río

1920 Don Miguel Icaza

1960 Don Miguel Icaza y del Río

1975 Don Miguel Icaza y Contreras

1980 Don Francisco Icaza y Contreras

1997 Doña Norma Icaza y Contreras

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