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En una sala de juntas del Papalote, “Cecy” y “Lolita”, como se llaman entre ellas, están sentadas en la cabecera de una larga mesa, detrás suyo hay un gran ventanal desde donde se pueden ver las icónicas ‘pirámides’ azules, que forman parte del edificio del Museo del Niño. Ambas sonríen, su alegría por la próxima reinauguración es inevitable, tienen un dejo de elegancia que contrasta con una simpatía infantil que, al verlas allí, juntas y a la distancia, asemejan dos niñas divirtiéndose y qué mejor lugar para hacerlo, que este recinto que, en la década de los años 90, rompió el paradigma de los museos: ser un lugar dedicado a los niños en el que estaba prohibido no tocar y que estableció un lema que hoy en día, está en la memoria de la mayoría de los mexicanos: “Toca, juega y aprende”.
Cecilia Occelli nos dice: “Son tres verbos que identifican las tres acciones que resumen la misión de este museo que nos diferencia de cualquier otro centro de entretenimiento y de las escuelas también”. Dolores agrega: “Tenemos una historia muy sólida, traducida en una experiencia de éxito en estos 25 años que llevamos abiertos; tenemos un público constante, hemos logrado crear una marca: el Papalote Museo del Niño, con esa famosa mariposa que ya es muy reconocida, la gente la identifica es una marca muy querida y con un ADN específico.
La ex Primera Dama de México, creadora del concepto de este museo, nos cuenta que hace 25 años empezaron con la planeación del recinto con un diseño muy innovador en su momento. “Nosotros buscamos para nuestro patronato, en aquel entonces, no a los grandes empresarios porque, debido a su edad, no era fácil que entendieran el concepto de un museo interactivo y lo que hicimos fue buscar gente joven que tuviera niños chiquitos, y que pudieran asimilar mejor este concepto.
Cecilia se dio a la tarea de buscar varios museos alrededor del mundo para darse cuenta de cómo funcionaban, cómo se configuraban, qué necesitaban para crearlo y separar las exhibiciones de acuerdo a las edades de los niños, “y aquellos patronos se pusieron la camisa al igual que yo”, dice orgullosa.
A la pregunta de ¿cuáles son las principales diferencias entre los primeros niños que visitaron el museo y los niños de ahora, que irán a visitarlo ya renovado? La señora Occelli responde: “Sí, hay una transformación, en primera instancia, los niños que vienen hoy al museo no tienen ya nada que ver con los que venían hace 20 años, es otra generación, hay otros incentivos afuera que les son muy interesantes y llaman mucho su atención. Sin embargo, este museo siempre va hacer un lugar de aprendizaje. Los niños serán muy vivos hoy en todo lo que se refiere a la electrónica, sin embargo, justo ayer estábamos (Dolores y ella) viendo una exhibición en la que los niños ven lombrices dentro de un frasco y los ‘cuates’ (personal de exhibición del museo) les preguntan ¿las conocen? y todos los niños —haciendo caras de asco y horror— decían que no. Una vez que tuvieron el conocimiento acerca de lo que hacen y la función que tienen las lombrices en la tierra, acabaron amándolas por qué vieron los beneficios que aportan. Y eso es lo que queremos que el niño siempre se sorprenda con las cosas que tiene alrededor”.
EL PASADO QUE ENRIQUECE EL FUTURO
Para Cecilia la experiencia es el factor fundamental que ha ido marcando lo que tiene más éxito en el museo y lo que hay que transformar definitivamente. Aclara que han habido renovaciones constantes en las diversas áreas y exhibiciones.
“Cuando empezamos, al cumplir cinco años, hicimos una evaluación ya que como la premisa era tocar, ciertas exhibiciones se desgastaron mucho entonces lo que hacíamos era sacar unas, poner otras y reparar las que lo necesitaban en el taller”.
A través de los años, se hicieron varias renovaciones como comentaba Lolita, pero la remodelación que se hizo ahora es hasta del edificio ya que hoy en día no cubría las necesidades de aquel entonces.
El Papalote rompió paradigmas en sus inicios y se plantea seguir con esa tarea. Cecilia nos comenta acerca de ese primer momento del museo: “Poder correr en los pasillos independientemente de la exhibición fue asombroso, tener los letreros de ‘prohibido no tocar’, darles a los niños esa libertad de explotar su curiosidad y poder tocar todo definitivamente fue una provocación. El problema era mucho con las maestras que no dejaban libres a los niños y ahí tenía una función el ‘cuate’ de hablar con ellas para que les permitieran a los niños expresarse, hablar, gritar, correr, tocar, ese cambio nos costó mucho trabajo, pero lo logramos”.
Para Dolores es a partir de lo que somos lo que nos ayuda a poder aspirar a ser más y por eso para ella la experiencia del museo ha logrado enriquecer y dar forma a su actual renovación. “Lo que hicimos fue trabajar directamente con las entrañas de este lugar para poder mejorarlo, lo hicimos de la mano del hijo de arquitecto Ricardo Legorreta, Víctor, lo invitamos a releer su edificio a partir de una profunda evaluación, para identificar lo que funcionaba y lo que ya no funcionaba más”.
TRANSFORMACIÓN, EL OBJETIVO
Respecto a las cosas que incluyó esta reinvención del museo fue cómo mejorar las áreas, eficientar los recursos, hacer el edificio más sustentable en relación a tener un menor consumo energético. Para ello, se hicieron nuevos ventanales, para evitar el aire acondicionado, y tener una buena circulación de aire y una iluminación natural. Además de que se implementaron luces de LED, que en los años 90 no existían. Dolores agrega: “Ahora utilizamos energía eólica, somos beneficiarios de una parte de la energía eólica que produce Bimbo y hoy gracias a eso, el 40% de la energía eléctrica viene de ese parque eólico nos beneficia y es para nuestro consumo. También hemos instalado energía solar y estas son distintas mejoras que hemos podido implementar”.
Además de la transformación del lugar ellas nos hablaron de su propia evolución. Para Dolores la remodelación del edificio también la inspiró en su propia vida, este ejercicio nos invitó a mejorarnos y a transformarnos y a criticar lo que somos, hacer una crítica constructiva de nosotros”. También señala que el objetivo de esta transformación es conectar con nuevos públicos que (actualmente) no vienen al Papalote, conectar con las universidades para que estudien el modelo del museo y con otras instituciones que puedan valorar el tipo de aprendizaje que tiene este recinto, y nos relata la directora: “Yo no estuve desde el día uno pero creo que lo que más interesa al público del Papalote es la posibilidad de aprendizaje, de poder visitar un museo que es un espacio de transmisión de conocimiento con colecciones, que es artístico, ecológico y definitivamente, un espacio de transmisión de conocimientos.
Dolores añade: “Desde el primer día, Cecilia me recibió de manera muy generosa, eso fue muy importante, pues yo llegué en un tren en marcha, pero sentí que teníamos una alianza que nos permitiría trabajar cada quien desde su perspectiva. Podemos aspirar a ser más, a mejorarnos y a transformarnos. Si queremos conectar con nuevos públicos, tenemos que hacer una crítica constructiva y dotarnos de herramientas que permitan alcanzar estos objetivos”.
La directora señala que no es fortuito que Cecilia sea la presidenta honoraria de este espacio, pues no se trata sólo de un puesto, sino de una actitud. “Ha sido claro que no podemos permitirnos instalarnos en una zona de confort y dejar que las cosas pasen. Es el momento de actuar”.
Ustedes reivindican que, el trabajo en equipo entre mujeres, ¿es posible y efectivo?
Las mujeres juntas pueden obtener resultados muy benéficos y, entre risas, dice Cecilia: “Aquí la que trabaja es Lolita y yo le echo porras”. Dolores responde: “Las mujeres sí podemos trabajar juntas, yo creo -firmemente- en que las mujeres deben trabajar aliadas y así tener un papel relevante en la construcción de este país. Desde pequeños debemos creer en nosotros mismos ya que por estadística se ha comprobado que, en México, las niñas tienen mucho más problema de autoestima de los niños. Es algo muy grave y muy cultural que tenemos que atacar y, esta es una premisa del museo y lo llevamos a cabo. Por ejemplo, aquí no separamos en ningún momento el rosa para las niñas y el azul para los niños en los baños ni en ningún otra área, aquí una máquina de coser la puede usar un niño y la niña un taladro de igual manera, queremos contribuir a quitar el condicionamiento de que si eres una mujer no puedes construir una mesa y si eres un niño, no puedes coser un traje”, menciona enfáticamente.
El museo ha transformado a los niños, pero a través de todos estos años, ¿cómo se han transformado ustedes mismas?
Dolores: Lo que queremos es dar lo mejor de nosotras mismas, y que este museo no deje de ser un referente, que sorprenda, llame la atención y sacuda las ideas de los niños.
Cecilia: Queremos que sea un lugar de reunión para toda la familia; niños, jóvenes, adultos e incluso, de los adultos mayores. Tenemos que implementar un modelo que genere recursos y nos permita responder al público de esta ciudad tan cambiante. Ahora yo vuelvo al museo desde otro punto de vista, porque ahora vengo con mi nieta y me doy cuenta de cosas que antes no veía, lo que pasa es que nunca acabas de aprender y pasa lo mismo con los niños, que vuelven y quieren aprender más.
Respecto al patronato actual del Museo, Cecilia dice: “Somos una asociación civil , en un principio, se hizo un patronato que fue el que fungió como ordenador como estructura del Papalote y éste se ha ido renovando, ahora es un Consejo Directivo que fue el órgano que invitó a Dolores a participar como directora del museo (después de la renuncia de la señora Marinela Servitje)”.
Lolita continúa: “A mí me toca ejecutar de la mano de este Consejo Directivo hoy día es un órgano relativamente pequeño pero increíblemente comprometido. El presidente se llama Mauricio Murillo, es un empresario con una constructora muy conocida que le dedica muchas horas a Papalote y finalmente eso es lo que hace la diferencia en un empresario exitoso en su ámbito, que tiene mucho que aportar. Jaime González Solana, CEO de Costco, Héctor Hernández Pons, de Herdez, un hombre que encabeza una empresa mexicana que acaba de cumplir 100 años. Ellos no saben nada de pedagogía, pero eso es lo menos importante, toda la experiencia que tienen la han depositado en este proyecto. Son personas increíblemente comprometidas que le dedican muchísimas horas al museo, tenemos cinco consejos anuales más algunos otros comités. Gracias a su activa participación y de la mano de ellos, hemos logrado todo esto”.
¿Cómo definen a la niñez mexicana en la actualidad?
Cecilia: Debemos tener en cuenta que la niñez es una etapa clave y todo lo que podemos hacer antes de los 10 años definirá las bases para su futuro. A mí me tocó ser la octava hija en mi familia ¡era todo un regimiento! y pues lo que decían los papás se hacía, no había la posibilidad de decir “no quiero”. Yo encontré mi camino para salir adelante y hacer lo que quería. Con mis hijos (Cecilia, Emiliano y Juan Cristóbal, que procreó durante su matrimonio con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari) fui un poco más liberal. Los dejaba pensar por sí mismos, equivocarse, experimentar y ser más creativos y espontáneos. Mi hija (Cecilia) estudió Relaciones Internacionales y justo antes de recibirse, me dijo: ‘Yo no voy a estar detrás de una computadora toda mi vida, me voy a ir con los niños’ (actualmente dirige una escuela Montessori). Y ahora con mi nieta (Carlotta, hija de su primogénita) tengo otra vez esa oportunidad, por eso la dejo todavía más libre. Son generaciones que han ido cambiando mucho en su comportamiento. Los niños son una parte de mí, una misión, he ido aprendiendo con ellos, y ahora me siento con la capacidad de ayudar y hacer algo para que los niños tengan más libertad, sean más comunicativos y que sientan que tienen muchos merecimientos.
Dolores: Urge que le pongamos atención a nuestra niñez porque es nuestro futuro. Si queremos un mejor país necesitamos invertir en los niños, ahí no hay peros, es una labor de todos. La niñez mexicana merece lo mejor: presupuesto, maestros, mejores instalaciones... y en honor a la verdad, la situación de desigualdad de este sector se ha acrecentado brutalmente, lo cual es una paradoja si vemos el crecimiento económico que tenemos. Hay niños que tiene mucha suerte y tienen acceso a lo mejor y hay otros que no tienen acceso a absolutamente nada. El problema es que lo que hace la tecnología hoy en día es acrecentar esa brecha de manera alarmante. Es un foco rojo que todos deberíamos de tener en cuenta, debería quitarnos el sueño y hacernos reflexionar sobre lo que podemos hacer para que las nuevas generaciones tengan acceso a la educación como un derecho inalienable.
