Julio Uribe nos habla de sus raíces, la Hacienda Zotoluca y el orgullo de ser mexicano

Con motivo de las Fiestas Patrias, entrevistamos al dueño de la Hacienda Zotoluca, quien proviene de cinco generaciones de familias muy arraigadas al campo

Julio Uribe / Foto: Esteban Torreblanca
Marisa Zannie
15/09/2025 10:45

Julio Uribe Curn representa una nueva generación de mexicanos que honran el pasado mientras construyen el futuro.

Empresario visionario, anfitrión de la emblemática Hacienda Zotoluca y promotor incansable de la tauromaquia y la charrería, Julio ha convertido el legado familiar en un proyecto cultural y turístico que enaltece nuestras raíces.

Su familia, ligada al campo y a la tradición ganadera, ha sabido transformar sus negocios y propiedades en motivo de orgullo nacional.

Newsletter Hello Weekend!
Recibe en tu correo las noticias más destacadas para viajar, trabajar y vivir en EU

Leer también:

En esta entrevista dedicada a las Fiestas Patrias, conversamos con Julio sobre la mexicanidad moderna, su identidad, y el arte de convertir la tierra en símbolo vivo de lo que somos.

Julio, cuéntanos ¿qué significa para ti hoy ser mexicano?

México representa una raíz profunda arraigada al campo. Yo crecí entre la ciudad y el campo y ahí es donde descubrí los extraordinarios contrastes que tenemos y aprendí que ahí están nuestras raíces.

Si no fuera por la gente que lo trabaja todos los días, no tendríamos sustento, comida, ropa, hasta materiales para construir… todo lo que hemos logrado en todas las etapas de nuestra civilización. Entonces, ahí es donde se encuentra mi amor y mi pasión por México.

Julio Uribe Curn, Julio Uribe Barroso, Lisa Curn, Stefanía Uribe Curn y Lisa Uribe Curn. (Foto: Especial)

¿Cómo viven en tu familia las Fiestas Patrias?

Yo tuve la suerte de haber nacido en una familia muy mexicana y arraigada al campo. Del lado paterno, mis dos abuelos crecieron en sus haciendas pulqueras en el estado de Tlaxcala.

Siempre hemos portado el traje nacional, no nada más para esos días. Mi abuela estuvo en la primera escuela de escaramuzas en México, que se llamó ‘Las coronelas’. Entonces, de alguna forma, durante todo el año te vas alimentando de esa mexicanidad, de cómo te vistes, cómo hablas.

Y cuando se va cercando el mes patrio, empieza a crecer ese orgullo y empezamos a tener más celebraciones, desde reunirnos para charrear, hasta cocinar esos platillos muy especiales con los ingredientes de temporada.

El 15 lo pasamos en la hacienda de mi abuelo, donde le damos el grito entre primos, familia, amigos, y al día siguiente acostumbramos a hacer una charreada.

En lo que toca a los festejos de la Hacienda, hemos diseñado algunos eventos para que la gente pueda vivir un poquito de las bendiciones con las que yo crecí.

Hacemos una Cena de Independencia en conjunto con el Four Seasons en CDMX, donde el código de vestimenta es de trajes típicos.

Y no sabes qué bonito es, porque todo el mundo tiene que llegar bien vestido y ajuareado con trajes típicos, cenamos un buen chile en nogada y celebramos esa grandeza cultural de México. También hacemos otro festejo con cena directamente en la Hacienda.

Julio viene de cinco generaciones de familias arraigadas al campo mexicano. (Foto: Esteban Torreblanca)

Tu familia tiene cinco generaciones ligadas al campo, ¿qué valores adquiriste que te gustaría que pasaran a los que vienen de la familia Uribe?

Principalmente el amor a Dios. Creo que es algo fundamental. Somos una familia orgullosamente católica y con unos cimientos espirituales muy sólidos, creo que eso nos ha mantenido muy unidos.

Después, el amor a nuestras tradiciones, a nuestra cultura, no sólo como familia, sino como mexicanos.

Un tercer punto es el amor al prójimo. Quien trabaje con nosotros o para nosotros, lo tratamos como parte de la familia, porque construimos todo juntos.

Se dice fácil, pero ser quinta generación de una familia que tiene todo este legado, implica una gran responsabilidad, quiero seguir con él con mucho orgullo y mucha categoría.

De nada sirve vivir del cuento de las generaciones pasadas, ahora, yo tengo que hacer mi propia historia y forjar mi propio camino, y espero poder estar a la altura de muchos otros mexicanos que han hecho grandes cosas.

Julio, en la Hacienda Zotoluca. (Foto: Especial)

¿Qué tan importante es para ti la charrería? ¿Sigues siendo charro activo?

Ya no tanto, pero sí la extraño. En el 2005 incursionamos en la tauromaquia oficialmente con la ganadería de mi padre, Torreón de Cañas, aunque parte de mi familia también lleva cinco generaciones criando todos de lidia. Del lado de mi abuela materna, que es la familia Barroso, somos once ganaderías en México.

La verdad es que me consumió mucho la tauromaquia y he dejado la charrería un poquito un lado, pero se me hace precioso, es un deporte espectacular y creo que estamos viviendo una etapa maravillosa en la que vemos a extraordinarios atletas compitiendo, perfección en la ejecución de cada una de las suertes, caballos cada vez con mejor genética, una mejor organización, ¡los lienzos charros ya son estadios!

Me impacta mucho que hoy la charrería este posicionada en un lugar tan bueno, especialmente porque forma parte del patrimonio cultural inmaterial del país.

Y hablando de toros, ¿te gusta torear?

De vez en cuando me bajo, pero no creas que mucho. A mí me lo que me gusta es la crianza de los toros, me encanta la faceta del campo, salir a caballo y poder, junto con mi papá, hacer los empadres --qué vacas van con qué semental--, destetar a los becerros… todas esas faenas camperas me vuelven loco, ahí siento que está la esencia y la verdad de la tauromaquia.

¿Y qué opinas de cómo está la situación de la tauromaquia en México? Se está discutiendo si adoptar el modelo francés de no matar al toro al final de la faena, o seguir con la tradición como hasta ahora ¿hacia qué lado te inclinas?

Yo creo que es una verdadera aberración y, sobre todo que esté pasando en la Ciudad de México, una ciudad tan diversa y multicultural, donde tendría que haber libertad. Es ilógico que alguien que está legalizando el aborto al mismo tiempo esté prohibiendo las corridas de toros.

A ver, se matan seis mil toros de lidia al año en toda la República, y, por otra parte, solo para el consumo alimenticio en la Ciudad de México se matan 16 mil cabezas todos los días. Entonces, estás hablando de una cantidad mínima de toros.

Hoy la tauromaquia que está más fuerte que nunca, solo hay que ir a ver las corridas que hay en provincia, todas las plazas están a reventar porque es una fiesta popular y parte de nuestras tradiciones.

Hablemos de tu éxito en las redes. ¿Cómo es que lograste volverte tan exitoso?

¡No lo sé! Es algo que fue en contra de lo que mi familia me había dejado hacer, me tenían prohibidísimo hacer público lo que hacemos por temas de seguridad.

Pero llegó la pandemia y yo empezaba con el proyecto de Zotoluca. Abrimos al público y me faltaba trabajo, y, cuando estás al frente de una empresa, tienes que ver que haya trabajo para todos.

Así que me metí al ruedo y decidí abrir las redes sociales al público y a compartir un poco de mi vida en el campo, desde lo que plantamos hasta la cría de los toros y, por supuesto, la faceta de hospitalidad con la hacienda.

Y fíjate que, sorprendentemente, tiene mucho interés, la gente está ávida de saber qué se hace en el campo. Entonces, el hecho de que yo esté ahí, haciendo las faenas, llama la atención.

Con mucho orgullo y sin que suene presuntuoso, yo en mis proyectos meto las manos junto con mi equipo. No soy el ganadero que nada más se da la vuelta en el jeep y ya.

Me monto en el caballo y yo areteo, vacuno, desparasito, desteto, y si hace falta, también me meto a arar la tierra y me subo al tractor, sé manejar todos los tractores, las sembradoras, o sea, estamos ahí ... Entonces, yo creo que el hecho de predicar con el ejemplo y publicarlo en las redes sociales me ha funcionado.

Es un arma de doble filo, porque, de repente, habrá quien te envidie, a quien no le guste lo que haces, pero, como decía Manolete: Es preferible morir toreando que vivir sin torear.

Julio tuvo la idea de plantar cempasúchil, y resultó un gran éxito. (Foto: Especial)

¿Qué reacciones te han sorprendido más de tu audiencia, que ya es bastante considerable?

Algo que se me hizo increíble fue cuando empezamos con la siembra de cempasúchil. Hace cuatro años me atreví a destinar una hectárea de la hacienda para meter la flor. Yo no creí que se iba a dar ahí con nosotros y, sorprendentemente, fue un espectáculo.

Mostré todo el proceso en las redes y empezamos a traer la semilla a nuestra tienda en México en bolsitas; la gente iba a la tienda y compraba las semillas para plantarlas en una maceta, y luego me empezaron a mandar fotos de: “Mira, ya brotaron mis flores de cempasúchil” y pensé "Qué bien esta eso de impactar de esa manera tan positiva".

Hoy lo veo en mi región, cada vez veo más floricultores y se me hace fascinante que la gente esté buscando otras vertientes de sustento económico.

Está la ganadería, la Hacienda Zotoluca, pero ¿siguen haciendo pulque?

¡Claro que sí! ¡Con mucho orgullo! Y la verdad es que cada vez veo más gente intrigada con tema del pulque.

Tristemente, el pulque sufrió de una campaña de desprestigio muy fuerte y hoy se cotiza en 15 pesos el litro. Entonces, imagínate, ¿quién quiere ser tlachiquero? Nadie, porque no es rentable.

Creo que haciendo un buen marketing lo podemos convertir en una bebida emblemática, porque viene desde los aztecas ¡era la bebida de los dioses!

En la época de las grandes haciendas, con don Porfirio, la industria pulquera llegó a ser la primera en la economía nacional, por arriba del oro y de la plata, y por dos años consecutivos. Tenemos el deber como mexicanos de hacerle justicia histórica.

Actualmente estoy trabajando con la familia Tovar López Portillo, en el Claustro de Sor Juana, y en conjunto vamos a empezar a hacer pan de pulque. La idea es que la industria panadera empiece a utilizar el pulque como uno de sus ingredientes principales, porque es una levadura natural.

Otra posibilidad es la cosmética, el agave es maravilloso para la piel. Hemos encontrado documentos que narran que a las princesas aztecas las bañaban en pulque antes de sus bodas.

Entonces, estamos tratando de buscarle varias vertientes para regresarle el lugar que se merece.

El pulque que se produce en la hacienda familiar. (Foto: Especial)

¿Tengo entendido que también tienes algo que ver con moda?

A mí me encanta la moda, siempre he sido un consumidor, pero nunca me imaginé volverme productor. Mi hermana estudió diseño de moda y ella es la que me ayuda con la marca.

La hacienda tiene unos costos fijos altísimos y tuvimos que vernos en la necesidad de diversificar, y también promovemos el estilo de vida de las haciendas, cómo te vistes y te preparas para ir al campo.

Actualmente, tenemos seis talleres donde empleamos a madres solteras, y también hemos rescatado a señores mayores, que trabajan con telar de pedal y nos ayudan a hacer las cotorinas de lana virgen.

Yo creo que nos hace falta en México que la moda tradicional sea de alta calidad, que se hagan piezas que trasciendan ¡Yo tengo chamarras de mi bisabuelo, que son de una manufactura mexicana extraordinaria!

Las prendas que buscamos hacer, queremos que te duren para toda la vida, que las puedas heredar, que cuenten una historia.

Has convertido a Hacienda Zotoluca en un centro cultural y turístico en sí mismo, ¿cómo lo lograste?

Fue, desde el inicio, un proyecto muy ambicioso. La hacienda la conocíamos bien, porque está muy cerca de las de mi abuelo y de mi papá. El lugar estaba devastado, se habían dedicado a saquearla y vandalizarla; le faltaba una temporada más de lluvias para que desapareciera.

Se dio la oportunidad de adquirirla, obviamente, con la ayuda de mi papá y mi abuelo que creyeron en mí y en el proyecto. Empezamos con la capilla y creo que fue que gracias a eso que este proyecto sigue vivo. Para hacer bodas, primeras comuniones, bautizos y demás, tenía que estar activa la capilla.

Como te decía, yo tengo una base espiritual muy sólida, tengo una muy buena relación con Dios y le dije que quería que fuera el socio principal de este proyecto.

Creo que, además, hay dos vertientes que fueron claves para que lograra posicionarse tan rápido, la primera es que el sur del estado de Hidalgo está totalmente abandonado en cuestión de turismo. En los últimos veinte años Hidalgo ha promovido a Huasca, la parte de Mineral del Chico, Pachuca y toda esa zona, pero en el sur del estado no había nada. Entonces, está totalmente virgen, no tengo competencia prácticamente.

Y la segunda, es el hecho de que muchos medios de comunicación han tenido la confianza de darnos voz y de ayudarnos a promover un poco de lo que hacemos.

La Hacienda Zotoluca. (Foto: Especial)

¿Tu idea es hacer un grupo de hospitalidad, o hacia dónde vas en el futuro?

Esa es de las preguntas que más me incomodan (ríe), me va a faltar vida para hacer todo lo que tengo en mente. Pero mira, este año estamos cumpliendo 10 años de haber abierto Zotoluca y ya logramos adquirir la segunda propiedad que es la Hacienda de San Antonio Ometusco, que la llaman la Reina de las Haciendas Pulqueras, porque perteneció al rey del pulque.

Queremos ser un referente de la hospitalidad a nivel mundial, no solo de la región y del país.

Para terminar, si tuvieras que describir a México con tres sabores, tres sonidos y tres colores ¿cuáles escogerías?

Los sabores serían chipotle, cajeta y tuna. Los sonidos serían El sol de la negra; para mí, en lo personal, el bramido de un toro; y el grito de independencia. Y los tres colores –¡No quiero decir verde, blanco y rojo! (ríe)--: blanco pulque, verde maguey y el color de la flor de cempasúchil.