Luego de una larga temporada rodeados de diversas polémicas, especialmente tras la boda de Ángela Aguilar y Christian Nodal, la familia de Pepe Aguilar ha comenzado a mostrar una postura mucho más abierta tanto con la prensa como con sus fanáticos.
En medio de esta renovada actitud, marcada por la cercanía y la humildad, Pepe Aguilar sorprendió a todos al abrir las puertas de su hogar para un evento muy especial: la presentación de su nuevo disco, 'Mi suerte es ser mexicano'. Con este lanzamiento, el cantante rinde un homenaje a sus raíces, a la charrería y a los lazos humanos que definen la identidad mexicana.
El debut de la más reciente producción del intérprete de 'Por mujeres como tú' fue una verdadera celebración de la cultura mexicana, cargada de tradiciones, música y orgullo nacional. La velada incluyó comida regional, música en vivo, bailes típicos y un espectáculo de jaripeo organizado por la asociación de charrería El Soyate, el equipo que lidera el propio cantante y que lleva el nombre del icónico rancho de la dinastía Aguilar.
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El rancho 'El Soyate', donde Pepe Aguilar recibió a diversos invitados para el estreno de su nuevo álbum, es una extensa propiedad de miles de hectáreas ubicada en el corazón de Zacatecas, específicamente en la región de Tayahua, municipio de Villanueva.
Este lugar, lleno de historia y significado para la familia Aguilar, se ha convertido con el tiempo en el verdadero epicentro de la dinastía, no solo por su valor sentimental, sino por su papel como escenario de importantes momentos culturales y familiares.
La majestuosa propiedad fue erigida por el icónico cantante José Pascual Antonio Aguilar Barraza —mejor conocido como Antonio Aguilar— como un homenaje a su gran amor: la cantante y actriz Flor Silvestre. Según solía contar el propio “Charro de México”, “cada ladrillo de la construcción era una canción que le dedicaba”, reflejando así la profunda conexión emocional que los unía.
Tras el fallecimiento de ambos, su presencia sigue viva en cada rincón del rancho. De acuerdo con su última voluntad, Antonio Aguilar y Flor Silvestre fueron enterrados juntos en la capilla privada de la familia Aguilar, ubicada dentro de 'El Soyate', convirtiendo el lugar no solo en un símbolo del linaje artístico de la dinastía, sino también en un eterno santuario de amor y legado.
'El Soyate' fue construido con un estilo completamente mexicano: muros de ladrillo, una distribución abierta que evoca a las antiguas haciendas, fuentes centrales y largos pasillos con arcos que conducen a patios interiores.
A lo largo de los años, la familia Aguilar se ha encargado de decorar cada espacio con motivos tradicionales, fusionando la esencia de la Época de Oro del cine mexicano con toques de modernidad, creando un ambiente cálido, auténtico y profundamente simbólico.
Uno de los espacios más importantes del rancho es, sin duda, la caballeriza personal, donde Pepe Aguilar y sus hijos con Aneliz Álvarez, Leonardo, Aneliz y Ángela Aguilar resguardan a sus caballos favoritos. Los tres comparten una profunda pasión por la charrería, una tradición mexicana que la dinastía Aguilar ha preservado y promovido con orgullo durante generaciones.
El rancho 'El Soyate' no solo es un símbolo del legado artístico de la dinastía Aguilar, sino también el hogar de varias generaciones de la familia. Actualmente, la propiedad pertenece legítimamente a Pepe Aguilar y a su hermano Antonio Aguilar Jr., quienes han mantenido viva la herencia de sus papás.
Sus hijos también han hecho de este lugar un espacio íntimo y significativo, compartiendo en redes sociales momentos especiales y fotografías desde distintos rincones del rancho, dejando ver que el espíritu de 'El Soyate' sigue vivo y evolucionando con cada nueva generación.
Fieles a sus raíces mexicanas y a las tradiciones que han pasado de generación en generación, la familia de Pepe Aguilar ha logrado integrar las comodidades de la vida moderna en un espacio profundamente cargado de historia, sin traicionar su esencia. Cada rincón del rancho 'El Soyate' rinde tributo a ese legado, convirtiéndose no solo en un hogar, sino en un monumento viviente a la cultura, la familia y el amor por México.
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