Ludwika Paleta y Alessandra Rosaldo, mujeres reales

Las artistas se `quitan el maquillaje´ para hablar de manera franca y directa sobre sus errores, aprendizajes y grandes triunfos

Las guapas actrices nos confesaron qué es lo mejor de ser mujer. (Fotos: Verónica Garduño)

04/09/2015 16:31

La paz interior como boost natural para ser aún más bellas y la importancia de fomentar patrones reales, fueron algunas de las confesiones que Alessandra y Ludwika compartieron con CLASE, con motivo del lanzamiento de la campaña "Mujeres reales", en el marco del relanzamiento de la firma L'Ebel.

Bajo la premisa de hablar sobre los retos a los que se afrontan las mujeres en el día a día, Alessandra, 43 años, confesó cuáles es el primer reto a vencer : "No hay como tener el poder de decidir por ti mismo, como ser el dueño de tu vida de verdad y tomar las riendas de ésta, y asumir lo bueno y lo malo, y los tropiezos también… y esto te lleva a tener una enorme libertad".

Para la actriz y cantante, la independencia ha sido el origen de cambios significativos en su existencia: "Mi vida cambio a raíz de que yo empecé a tomar mis propias decisiones, a tomar las riendas de mi vida. Ahí empecé a sentirme poderosa, a tener más confianza en mi misma, me sentí libre… crecí. Es muy fácil, cuanto dependes o dejas tus decisiones en manos de otras personas, culpar a los demás de lo que pasa, lavarte las manos; pero cuando te haces responsable de ti mismo, automáticamente maduras y te liberas de muchas cosas".

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Con sinceridad, la esposa de Eugenio Derbez no dudó en compartir cuál ha sido la elección más importante en su vida: "Haber tómalo la decisión de ser madre, que para mi –definitivamente- es la más importante de mi vida, no solamente me ha hecho crecer, me ha transformado la vida para bien. Me ha cambiado, me ha hecho crecer, descubrirme, redescubrirme, convertirme en una mucho mejor versión de mi misma y ¡estar completa!".

Foto: Verónica Garduño

Y aunque es consiente que el tomar riesgos implica la posibilidad de cometer errores, la actriz volvería a recorre el mismo camino que la ha llevado hasta donde ahora esta: "Antes, yo era de las que defendía el: ‘‘si yo pudiera regresar, cambiaría muchas cosas’. Hoy ya entendí que no, porque todo lo que viví me trajo a este momento y si yo cambiara algo, Aitana no sería mi hija, no estaría casada con Eugenio (Derbez) o a lo mejor no sería mamá… y por nada del mundo, cambio mi presente. Entonces, ya no me arrepiento de nada".

La otra cara de la campaña es un rostro familiar. Se trata de Ludwika, quien a sus 36 años, considera importante cuestionar el patrón de belleza existente: "La mayoría de las campañas de belleza muestran a mujeres de menos de 25 años, que pesan menos de 50 kilos… o sea, un modelo inalcanzable y eso no puede ser así, porque no es real. Confundimos mucho lo qué es real y lo que no. Todo mundo se hace Photoshop. Todo el mundo sube fotos al Instagram en donde ya se rebanaron la cintura, las piernas y se quitaron todas las arrugas. Eso genera una inseguridad extrema, con niñas vomitando y mujeres que se quieren meter en la talla 25 a fuerza de no comer".

Foto: Verónica Garduño

La actriz ha luchado contra la idealización de la figura femenina para defender su propia imagen: "No sabes cuántas veces me he peleado para que no me hagan tanto photoshop; entiendo que si se te salió el gordito del brassiere, pues te lo arreglen; pero esa no soy yo, la que se despierta en las mañanas y va a dejar a su hijo a la escuela. Y claro, cuando subo mis fotos al Instagram me dicen, qué pasó, y yo digo: ‘no se hagan, ustedes están así o peor’ (risas)".

Sin embargo, con honestidad, reconoce que no siempre ha ganado la batalla: "Mil veces he caído, me duele y es un juego que no quiero terminar de caer. Yo vengo de una familia europea, en donde mi mamá, rara vez se maquillaba, como que no existían esta cosa de operarse; entonces, voto por una belleza más natural. Cuando me cae el veinte y me hace un cambio de percepción total es cuando digo: ‘si mi hijo, el día de mañana, subiera 30 kilos, ¿lo dejaría de querer?’ ¡Claro que no! Porque no lo quiero por eso. O: ‘cuando mi mamá ya estaba arrugada, ¿la quería menos?’ ¡Claro que no! Porque era mi mamá. Ese es el timpo de cosas que te hacen darte cuenta de que a la gente la quieres por lo que es, y no por cómo se ve".

Al final, para Ludwika, la más importante lección es transformar un error en enseñanza: "Deberíamos estar preocupados y abrir los ojos, pero no ha sucedido, deberíamos darnos cuenta de que tiene que haber algo más que la apariencia; porque ésta se acaba y, después, ves a las mujeres aferradas a lo que ya no existe, añorando y diciendo que sus mejores años fueron. Espero que mis hijas, nietos y nietas, en particular, entiendan eso".