The Bright Side| 08/02/2018 |12:58 |The Bright Side | Actualizada
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Hace unos días murió mi abuela. Exactamente dos meses después de que falleciera mi tío, su hijo. Mi abuela fue la mejor de todas: una mujer alegre, tierna, divertida y fuera de serie, mi cómplice. Mi tío fue una de las personas con más alegría de vivir que he conocido. ¡Qué manera de disfrutar!
Han sido momentos difíciles, sin embargo, son éstas circunstancias en las que verdaderamente he visto los frutos del trabajo personal. Claro que a ratos me pongo triste sin embargo, he estado haciendo preguntas, una de ellas es: “¿qué más puedo elegir?”

En esta realidad se nos dice que si no mostramos nuestros sentimientos o emociones, parecería que no estamos vivos y todos los días podemos ver esto con las noticias: narran sucesos uno peor que el otro como si eso fuera lo único que existe. ¿Sabías que el 98% de nuestras emociones, sentimientos y pensamientos no son nuestros? Somos antenas parabólicas que percibimos de todo lo que nos rodea. ¿Te ha pasado que de pronto amaneces con miedo cuando la noche anterior te habías ido a la cama contento?

Esto es porque estás recibiendo información, podría ser de tus vecinos, por ejemplo. No te la creas, simplemente pregunta ¿esto es mío? y devuélvelo a su remitente con conciencia adherida. No importa si no tienes claridad de quién es ese remitente, puede ser una persona o muchas como idea colectiva. Este ejercicio lo he estado poniendo en práctica en esta situación que estoy viviendo. En este momento el dolor que percibo puede ser el de toda mi familia, la de todas las personas que han perdido a un ser querido… Y esto no significa que no me dé tiempos para desahogarme y llorar. ¡Claro que lo hago! Me doy el tiempo que requiera y pregunto: “Además de esto ¿qué más puedo elegir?” y me ha funcionado de maravilla. En el instante en el que hago la pregunta, mágicamente dejo de llorar y elijo algo que realmente me vaya a contribuir.

Lo mismo cuando vienen a mi mente como película todos los recuerdos de momentos felices con Abi… otra vez ¿qué más puedo elegir? Y en lugar de sufrir por lo que ya no va a ser, traigo la alegría de esos momentos al presente. Cuando comprendemos el gran regalo que es nuestro poder de elección y el de los demás, es cuando nos damos la oportunidad de que las cosas fluyan, de vivir cualquier situación con facilidad, gozo y gloria.