The Bright Side| 18/05/2017 |16:38 |The Bright Side | Actualizada
16:38

“Cuando las expectativas de uno se reducen a cero, se aprecia realmente todo lo que se tiene”, Stephen Hawking

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, una expectativa es “la esperanza de realizar o conseguir algo. La posibilidad razonable de que algo suceda”. En ocasiones las expectativas que ponemos a las personas o a las situaciones están totalmente fuera de la realidad y esto tiene como consecuencia que nos frustremos debido a que no se cumplen.

¿Por qué hacemos esto? Porque lo que esperamos tiene que ver más con nuestras propias exigencias. Es como si quieres comprarte un coche y para lograrlo requieres vender ciertas cosas. Entonces decides poner los precios de acuerdo a la cantidad que TÚ requieres, sin importar si estás dentro del mercado o no, ni considerar que lo que ofreces tal vez es usado o tiene algún deterioro. Así será muy difícil que alguien adquiera tus productos.

Esto se vuelve más complejo cuando nuestras necesidades no son de tipo económico y más aún cuando desconocemos lo que realmente deseamos. Probablemente tenemos carencias afectivas y buscamos que nuestra pareja nos satisfaga todos los huecos que están ahí desde hace mucho tiempo, por ejemplo. Al desconocer lo que realmente queremos, nos dirigimos hacia personas o lugares que no son los indicados e idealizamos tanto que si tenemos la “suerte” de que se cumpla lo que decíamos querer, nos topemos con que seguimos sintiéndonos igual de mal. De aquí viene el dicho de “cuidado con lo que pides...” En nuestro afán de añorar lo que no tenemos, perdemos de vista lo que sí hay y cuando “atrapamos la zanahoria”, resulta que estábamos más contentos antes.

Lo que te sugiero es que cuando pongas tus esperanzas en algo o alguien, te hagas la pregunta ¿para qué? Te voy a dar un ejemplo: quieres comprarte una casa con alberca, pero tu sueldo no te da para eso y solamente te alcanza para un departamento. Si analizas bien para qué quieres esa casa Podrás darte cuenta de que tal vez lo que deseas es tener la seguridad de un techo y convivir con tu familia. Y ¿qué tal que eso lo puedes satisfacer con un departamento acorde con tu presupuesto? Te enfocarás en lo bueno que sí tienes y dejarás de desencantarte.

Y cuando tus expectativas están puestas en personas, analiza realmente qué te pasa y por qué decidiste “colgar el milagrito” a alguien. Muchas veces ni siquiera puedes ver quién es el otro debido a la fantasía que tienes de él. Recuerda que nadie va a poder darte todo. El secreto está en cubrir tus propias necesidades, sentirte satisfech@ y como consecuencia compartir con los demás.