The Bright Side| 29/03/2017 |17:46 |The Bright Side | Actualizada
17:46

Hoy más que nunca existe mucha información que nos ayuda a encontrar respuestas a nuestra búsqueda en el camino del autoconocimiento. Basta con abrir tus redes sociales para toparte con un sinnúmero de deseos, memes y frases alentadoras. Probablemente muchos de ellos los has escuchado cientos de veces y otras ya son un cliché. Lo que es innegable es que por todos lados estamos recibiendo mensajes, que si estamos abiertos, pueden llegar en el momento preciso y así los hayas leído mil veces, un día te hacen un sentido distinto.

Hace unos días encontré el libro “Amarse con los ojos abiertos” de Jorge Bucay y Silvia Salinas. Lo leí hace muchos años. Encontré varios puntos que en aquel entonces subrayé por considerar claves. Me sorprendió que algunos de ellos seguían siendo de gran interés para mí en este momento, pero lo que más me gustó es que encontré otros nuevos. En distintas ocasiones he hablado de la importancia de nuestras relaciones para profundizar en nuestro conocimiento personal. Lo que me fascina es que siempre aparece un ángulo distinto, una perspectiva nueva desde la cual poder abordar un mismo tema. Hoy hablaré de uno muy sencillo. Un solo paso, que si lo hacemos un hábito, creo que lograremos mucho.

Cuando vivimos una situación o estamos en una relación de cualquier tipo y ocurre algo que nos molesta, reaccionamos en automático diciendo: “Es que el otro….” Y así nos la vivimos, nos lo contamos a nosotros mismos, a nuestros amigos, a nuestro terapeuta…

Pero la pregunta clave es: ¿Qué me pasa a mí? Ejemplos: ¿Qué me pasa cuando llegas tarde? ¿Qué me pasa cuando dices esto o aquello? Al cuestionarte te darás cuenta de la cantidad de información que puedes obtener de ti mism@. Con eso tienes mucho material. Te reto a que durante 21 días cada vez que te enojes por algo, te hagas este cuestionamiento y de ser posible lo escribas. Te asombrarás de la cantidad de coincidencias que vas a encontrar en tus relaciones ¡incluso con personas que no se conocen entre sí!

Así funcionan las terapias, vas a que el otro te ayude a reflexionar acerca de lo que te está sucediendo, no te va a dar las respuestas porque tú las tienes. Y ese es el verdadero trabajo, darte cuenta. Eso mismo lo puedes aplicar con alguien más. La mejor manera de ayudarlo no es dándole tu opinión y reforzando lo mal que le está yendo. Simplemente pregúntale: ¿Qué te pasa a ti cuando el otro hace o dice…?”