The Bright Side| 08/12/2016 |18:45 |The Bright Side | Actualizada
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Ya he comentado acerca de los patrones inconscientes que creamos en nuestra mente debido a experiencias e historias que vivimos en el pasado y que nos marcaron. Al quedarse como asuntos no resueltos, circunstancias similares que suceden a lo largo de nuestra vida, hacen que nuestras creencias y acciones sean la del niño que vivió dicho aprendizaje.

Nuestra mente no distingue el tiempo y si algo se parece, reaccionamos de acuerdo a la edad que teníamos cuando vivimos la experiencia primaria. Estos patrones actúan como un ‘GPS’ con una dirección establecida y por más que queramos dirigirnos hacia otro lado, no podemos hacerlo hasta que “borremos” la que ya está marcada e introduzcamos una nueva. Pero, ¿qué pasa cuando la historia que nos contamos una y otra vez ni siquiera fue real? Tal es el caso de un hombre que no podía establecer relaciones duraderas con mujeres, porque se sentía asfixiado y así brincaba de una pareja a otra. La justificación que él encontraba a esto es que en el proceso de su nacimiento traía el cordón umbilical enredado en el cuello. Su creencia era “las mujeres me sofocan”. Muchos años después de relaciones fallidas, se enteró que quien había nacido en esas condiciones había sido su hermano y no él. ¡Toda una vida contándose una historia que ni siquiera había sido suya y justificando su manera de actuar! Una vez que hizo conciencia de esto, pudo sanar la creencia y finalmente logró un matrimonio.

Otro caso es el de una mujer que siempre se había sentido relegada porque su padre se había vuelto a casar y había tenido una hija en su nuevo matrimonio. La mayor justificaba su sensación de rechazo en muchas situaciones de su vida debido a esto. En una ocasión, ya en edad adulta, sufrieron un accidente y el padre salió despavorido del coche a tratar de ayudar. Como era costumbre, la hija grande pensó que lo hacía por tratar de salvar a la pequeña que estaba gritando fuera del coche. Tiempo después, en una plática familiar salió el tema y tanto la esposa del padre, como la hija menor contaron su versión: el papá al no haber escuchado la voz de la hija mayor, había brincado, incluso encima de su esposa, para salvarla.

Y así como éstas, estamos llenos de “cuentos” que nos relatamos una y otra vez para evitar salir de nuestra zona de confort, victimizándonos por hechos que pudieron o no haber ocurrido. Sí, efectivamente estos eventos nos marcan como niños, pero llega el momento de crecer, de tomar la responsabilidad de nuestra vida y asumir lo que es. Sentarnos en el asiento del piloto y manejar hacia el rumbo que deseamos. Si en tu vida encuentras situaciones repetitivas, es recomendable tomar ayuda terapéutica. Todos estamos aquí para estar en nuestra mejor versión. ¿Cuánto tiempo más tardarás en tomar el volante de tu vida y dejar de ser un mero pasajero?