The Bright Side| 20/10/2016 |17:20 |The Bright Side | Actualizada
17:20

Hay momentos en nuestra vida en los que es indispensable replantearnos si el lugar en el que estamos es el correcto. Aunque sabemos que probablemente no, sentimos miedo, porque todo cambio significa abrazar lo desconocido. Este año fue precisamente lo que me ocurrió. Los primeros meses, yo intuía que venía algo nuevo, sin embargo, la incertidumbre de no saber qué era, me hacía apegarme a lo que por muchos años había conocido. Sentía como que la vida me “jalaba” hacia otro lugar y yo tenía la sensación de aferrarme a un barrote con mucha fuerza para evitarlo. Este ‘estire y afloje’, además de agotador, estaba ocupando casi toda mi energía... Y en el fondo, sabía cuál era la rama a la que me estaba agarrando con más fuerza. Hace dos años, decidí emprender en mi proyecto de vida llamado. Como toda empresa, el inicio requirió de mucha fuerza y valentía. Aunque ya llevaba ocho años preparándome y estudiando, fue hasta entonces en que pude armar mi rompecabezas.

Ahora, el paso siguiente era darlo a conocer. Las personas más cercanas a mi sabían de mi trayectoria en la práctica de terapias energéticas y de sanación, pero otras solamente me conocían en el ámbito de las ventas. Así que en ese momento, mi elección fue dedicarme paralelamente a mi proyecto y como directora de ventas de publicidad, de modo que se complementaran y el segundo fuera el motor para lanzar el primero. Y así estuve un año y medio, en el que el proyecto creció y se desarrolló incluso con mejores resultados de los que esperaba. Fue por eso que supe que ya estaba lista para dedicarme al 100%. Pero la duda y el temor me hostigaban. Dejar lo que por tantos años me había funcionado (y muy bien) me aterrorizaba, aunque mi corazón me decía “aviéntate, ya estás lista”.

Finalmente tomé la decisión. Una vez que renuncié, me sentí mucho más ligera. Y la magia empezó a suceder. Las puertas se abrieron y todo lo estancado empezó a fluir de manera sorprendente. En tres meses logré concretar no solamente este proyecto, sino otros tres en los que llevaba años trabajando, éstos de índole personal.

Hoy me encuentro en una playa, oyendo el mar y recuerdo la frase que me dijo Aurora, una amiga muy querida a principio de este año. Voy a la orilla y me meto a nadar. La ola me jala, pero esta vez confío y me dejo llevar sin resistirme...