The Bright Side| 08/09/2016 |19:51 |The Bright Side | Actualizada
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“La vida no se trata de sobrellevar los miedos, ni se trata de ir sobreviviendo a asaltos de ansiedad o solamente ir pasando a través de ataques de pánico. La vida se trata de lograr absoluta felicidad, libertad total y satisfacción verdadera. No te conformes con menos”, Yehuda Berg

El miedo es una emoción que nos sirve para protegernos del peligro. Si lo sientes, por ejemplo, a media noche cuando escuchas un ruido extraño en tu casa, te está alertando para que te cuides. Esa es su función primordial. Sin embargo, hoy quiero hablar de ese miedo que te paraliza y te impide llegar más allá que se presenta como un muro y no te permite ver lo que hay después. Este miedo es una ilusión, porque en realidad no sabes qué hay atrás esa barda hasta pasar del otro lado. Alguna vez leí una frase que me encantó: “¿Qué tal si me caigo?” y la otra voz decía “¿Y qué tal si vuelas?” y, claro, nuestros pensamientos limitantes nos llevan en muchas ocasiones a percibir solamente la parte negativa de las circunstancias. Y la realidad es que nosotros tenemos el poder de elegir a qué tipo de pensamientos le damos más poder. Lo impresionante es que pensamos a una gran velocidad y muchas veces ni cuenta nos damos que en un momento algo tal vez insignificante de pronto toma unas dimensiones desproporcionadas. Lo importante aquí es hacer una pausa y preguntarte: ¿a qué le temo? Y una vez que lo detectas, sustituir esos pensamientos por otros positivos. Puedes hacer un ejercicio en el que cada pensamiento negativo, lo sustituyas por tres positivos. Acuérdate que los deseos que provienen desde lo más profundo de tu alma son aquellos que estás preparado para cumplir, pero hay que dar el primer paso. Salirte de tu zona de confort puede sentirse tambaleante, pero los resultados serán satisfactorios. Es curioso cómo muchas veces las circunstancias te dan un empujoncito. Te cuento una anécdota personal: soy una mujer independiente y voy de un lado a otro sin problema; sin embargo, tenía miedo a manejar en carretera. Lo había hecho algunas veces, pero me sentía insegura y eso me molestaba mucho. El mes pasado mi coche no pasó la verificación. En el taller me dijeron que la única manera de activar el monitor, que estaba apagado, era saliendo a carretera. Le pedí a mi hermano que me acompañara y cuando pasé por él no se sentía bien para conducir, así que no me quedó de otra, tuve que manejar sola. Al ver que era mi única opción me di cuenta que no solamente lo tenía que hacer, sino que lo podía hacer. ¡Y lo logré! Una vez al volante me sentí segura y capaz y le dije adiós a ese obstáculo. Esta fue una experiencia muy clara de cómo funcionan los miedos. Es momento de sacar la valentía del cajón y conquistar tus anhelos para vivir la vida que quieres. Aviéntate con la fe de que del otro lado del muro el paisaje será extraordinario.